Revista Cubana de Ciencias Sociales
Publicación semestral coordinada por el Instituto de Filosofía de Cuba. Fundada en 1983. ISSN: 0138-6425
miércoles, 7 de diciembre de 2016
Convocatoria al Taller «Planeación estratégica para emprendedoras y cooperativas no agropecuarias»
Por su importancia, compartimos la convocatoria al Taller «Planeación estratégica para
emprendedoras y cooperativas no agropecuarias». Revísa la convocatoria aquí...bit.ly/ Taller_emprendim iento
lunes, 14 de noviembre de 2016
Adelanto del próximo número de la RCCS
martes, 1 de noviembre de 2016
Aviso 3 del XII Taller Internacional sobre Paradigmas Emancipatorios "Berta Cáceres vive"
lunes, 31 de octubre de 2016
Normas de publicación
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Convocatoria del Premio de Ensayo para estudiantes «Pensar para transformar»
El Instituto de Filosofía, perteneciente al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, a través de su editorial, Filosofi@.cu, convoca al Premio de Ensayo «Pensar para transformar», que en esta primera edición estará dedicado al 50 Aniversario del Instituto de Filosofía y se regirá por las siguientes bases:
lunes, 23 de mayo de 2016
Sor Juana Inés de la Cruz y su influencia en el pensamiento contemporáneo hacia la equidad de género
En nuestro Nº 45, un artículo de
MSc. María
del Carmen Sepeda Trinidad
Profesora Investigadora en la Universidad Popular de la Chontalpa, en
Cárdenas, Tabasco, México. Maestría en Filosofía por la Universidad de La
Habana y aspirante en la misma universidad.
Un
análisis del contexto histórico de España y la Colonia de la Nueva España, del
siglo XVII en el que nace Sor Juana, permite establecer los acontecimientos que
vienen a determinar el curso de su pensamiento opuesto a la concepción tomista
de la época, poniendo de manifiesto el conflicto de dos concepciones
antagónicas: el espíritu racionalista del renacimiento y la tradición
escolástica.
La Edad
Media, también llamada época del oscurantismo, fue frustrante para hombres y
mujeres de ciencia, ya que el pensamiento tomista dominó este periodo, el cual
caracterizó por la gran dominación espiritual e intelectual de la Iglesia
Católica. La explicación de todo hecho natural se resolvía en la voluntad
divina, por tanto, la razón, la lógica y la ciencia no tenían cabida. Estos
elementos negativos concluirán durante el Renacimiento en una serie de
conflictos internos en los principales países de Europa, donde ya había surgido
el protestantismo, sobre todo en España, donde primaba un catolicismo ortodoxo,
que influenció en las colonias americanas.
Los
españoles tardaron en darle entrada a las nuevas ideas del Renacimiento debido
a este catolicismo imperante que gobernaba su país. Situación que interviene de
manera puntual en la cultura de América, donde la evangelización de los indios,
como parte obligada de la conquista, significó la sumisión física y espiritual.
La Iglesia Católica penetró en todos los rincones de la Nueva España,
imponiendo la filosofía escolástica o tomista, que subordinaba la razón a la
fe. Por lo anterior, y desde entonces España, América y la Nueva España se
encuentran social y culturalmente vinculadas.
En
América se plantea la complejidad del siglo XVII, ya que al mismo tiempo es filtro
y cristalización de los mejores y peores elementos de la herencia española.
Para las mujeres de la Nueva España y América es el momento en que se
experimentan las peores manifestaciones de la opresión masculina, tolerando la
discriminación étnica, social, económica y religiosa, aun cuando en Europa
había llegado el Renacimiento prometiendo algún grado de flexibilización, de
preeminencia racionalista a todo el mundo.
En esa
época, la Nueva España era rica en promesas de prosperidad económica para los
españoles criollos, que aspiraban a otra realidad económica y social. Sin
embargo, la mayoría se enfrentaba con un conservadurismo que los mantenía al
margen de la administración virreinal y donde la nobleza y el clero en una
simbiosis de poder, mantenían las riquezas y privilegios, mientras que los
campesinos indígenas sufrían la crisis económica.
En este
contexto nace y se educa Juana de Asbaje, en un momento en que los productos de
la riqueza y del progreso que se dejan sentir de forma diferenciada en los
distintos estratos de la sociedad mexicana. Este conservadurismo social
dificultaba el acceso a otra clase social elevada, solo algunos burgueses
lograron acceder a la nobleza. La única posibilidad de escalar una nueva
posición social era pasar a pertenecer al clero. Lo mismo era en España que en
sus colonias americanas.
Por lo
anterior, la vida espiritual de las mujeres se encontraba en las manos de los
eclesiásticos españoles que trataban de tener bajo control todas las pasiones.
Jean Franco (1986: 27-35) señala al respecto: “En la Nueva España del siglo
XVII, las mujeres principales tienen un confesor privado, un consejero que
cuida por la salud espiritual de aquellas vinculadas con los círculos más
estrechos del poder colonial. Las materias del corazón y la cabeza, la razón y
la pasión, no podían ser dejadas al libre arbitrio de seres humanos
considerados frágiles y vulnerables como las mujeres”.
Esta
situación originó la existencia de fundaciones religiosas femeninas, donde
Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, que desde temprana edad muestra
sus ansias de saber, y dada las restricciones de la época para las mujeres, ve
en los hábitos la oportunidad de tener acceso a los libros y así poder
satisfacer su curiosidad y hambre de conocimiento. Algunos afirman que su
confesor, el padre jesuita Antonio Núñez de Miranda influyó para que ella
tomara los hábitos, situación que resultó muy conveniente para Sor Juana en su
visión intelectual.
Por
supuesto que estas divisiones afectivas y mentales, establecidas por el poder
de los hombres y cultivadas socialmente, con todas sus manías jerarquizadoras y
discriminatorias, no pasaron inadvertidas para Juana de Asbaje, quien también
heredaba todos los valores culturales de su época y a la cual se opuso y
expresó mediante sus obras.
De esta
genialidad literata, conociendo todo este contexto sociocultural en el cual se
desenvolvió la vida y la obra de Sor Juana, Octavio Paz (2008: 15-17) expresa
que se trata de un personaje con una individualidad poderosa y que su obra
posee innegable singularidad, al mismo tiempo la mujer, la monja y la
intelectual. La vida y obra de Sor Juana se complementan en ese contexto que
guardan relación con otras obras del pasado y del presente, de donde toma
modelos, pero que también son sus rivales. Empero, además, el mensaje de sus
obras confronta aquel sistema impuesto por la ortodoxia eclesiástica. Este
carácter, insensato para su época, le hubo de causar problemas en el claustro,
pero también fueron fuente de inspiración para remarcar en sus obras la
opresión y discriminación a la que era expuesta la mujer de su época.
Por otra
parte, hay que señalar que Juana de Asbaje provenía de una familia solvente
económicamente, de abuelos españoles, de padre español y madre criolla, dueños
de esclavos y sirvientes indios, de los que aprendió el náhuatl. Y dado que su
abuelo tenía una biblioteca, ese primer acercamiento a los libros lo recibió
allí, en la biblioteca de su abuelo, quien la consentía leyéndole los libros.
Desde niña, Juana de Asbaje dio muestra de una mente prodigiosa, aprendiendo a
leer desde los tres años y ganando un libro como premio por escribir una obra
de teatro de elogio al Santísimo Sacramento, dirigida a un público
diversificado en la que logra unir las tres culturas: indios, españoles y
criollos (Altamirano, 2013: 25).
El
vestirse de hombre, si fuera necesario, para asistir a la Universidad, fue lo
más hozado en el pensamiento de la joven Juana de Asbaje. Al escuchar la
existencia de una universidad en la ciudad de México, pidió a su madre que la
vistiera de hombre para asistir a clases, pues solo a ellos les era permitido
asistir. Situación que refleja la discriminación de la mujer en esa época donde
le era negado el derecho a la educación (autobiografía de Sor Juana, citada por
Altamirano, 2013: 34, 35).
A los
quince años se va a la Ciudad de México con su tía materna, quien gozaba de una
condición económica privilegiada, y en donde Juana empieza a ser admirada en la
sociedad citadina por su belleza e inquietud por los libros, aprendiendo el
latín porque la mayoría de los libros estaban escritos en esa lengua. Estas virtudes
la agraciaron ante los virreyes, convirtiéndose en la dama preferida de la
virreina (Saucedo, 2007: 16-19). Pero también fue juzgada por la inquietud de
adquirir conocimientos. Algunos decían que era un hombre vestido de mujer, y
otros, que estaba poseída por el demonio, lo que llevó a la virreina hacerla
examinar por cuarenta maestros, prueba de la que salió airosa.
(...)
Sigue leyendo en la revista.
martes, 3 de mayo de 2016
Una anécdota sobre la trascendencia del ‘intelectual orgánico’ en la Revolución Cubana
Dr. Orlando Cruz Capote,
Investigador Auxiliar, Instituto de Filosofía, Cuba
Para algunos el contacto de horas y
lo que se trató en el mismo transcurrió inadvertido o muy común, entre la
emoción de la llegada y del encuentro, otros le realizaron una lectura diversa,
quizás temprana o tardía e ‘inocente’. Me refiero cuando el máximo líder de la
Revolución Cubana Fidel Castro recibió a los cincos Héroes de la República de
Cuba, luego de alrededor de dos meses y medio del regreso de los tres últimos
de las prisiones en los EE.UU., y Ramón Labañino le preguntó al Comandante en
Jefe en el último instante de la intensa e íntima reunión: “(…) ¿qué podemos hacer los Cinco ahora?”. Fidel, el
genio político, quedó pensativo, pero raudo les respondió de la manera menos ‘esperada’:
“(…) sean científicos”, les dijo de forma rotunda.
La
interrogante de uno de los camaradas de combate, por la que tanto Fidel
personalmente, la dirección del país, el pueblo cubano y la solidaridad
internacional había luchado contra sus arbitrarias e injustas sanciones
carcelarias, no era fortuita. Estaba solicitando humilde y comprometidamente, a
nombre de los demás compañeros, cuál sería la nueva misión que les podía
asignar la Revolución en los momentos del feliz retorno al seno de la familia y
de la Patria. Alguien afirmó, con cierta lógica, que por ser graduados en
centros educativos de alto nivel en la nación, pues bien podrían retornar al
ejercicio de sus profesiones para lo cual se habían preparado antes de cumplir
sus labores de antiterroristas en las entrañas del monstruo. No solamente por
la tranquilidad y seguridad de Cuba, sino la nuestraamericana y la del pueblo
estadounidense.
Pero la visión de esta contestación del Compañero
Fidel trasciende el ángulo estrecho de cualquiera de sus profesiones y oficios.
Si recordamos con fidelidad su concepto de porvenir para una Cuba, que proclama
socialista un 16 de abril de 1961, veremos que en fecha temprana como el 15 de enero de 1960 expresó: “El futuro de nuestra
patria tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia, tiene que
ser un futuro de hombres de pensamiento, porque precisamente es lo que estamos
sembrando; lo que estamos sembrando son oportunidades a la inteligencia, ya que
una parte considerabilísima de nuestro pueblo no tenía acceso a la cultura, ni
a la ciencia…”. Entonces se dibuja una idea central en su eterno proceso de aprendizaje
/ desaprendizaje de saberes y conocimientos, que es enriquecida a lo largo de
su trayectoria existencial, que este año 2016, arriba a sus 90 años. Así lo reafirmó
en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela,
el 3 de febrero de 1999: “(…) Una revolución solo puede ser hija de la cultura
y las ideas”,[i]
y en las palabras de clausura de la Conferencia Internacional “Por el
equilibrio del mundo”, sugirió a los presentes que “(…) frente a las armas
sofisticadas y destructoras con que quieren amedrentarnos y someternos a un
orden económico y social injusto, irracional e insostenible (la solución era):
¡sembrar ideas!, ¡sembrar ideas! ¡y sembrar ideas!; ¡sembrar conciencia!,
¡sembrar conciencia! ¡y sembrar conciencia!”,[ii]
confirmándolo un mes después, con un alcance universal y humanista: “(…) Las
ideas son hoy el instrumento esencial en la lucha de nuestra especie por su
propia salvación”.[iii]
Porque al final de cuentas, Fidel lo comprende por experiencia personal, las
ideas justas no se matan.
No
es desconocido que Fidel Castro es graduado de Derecho, o sea, es abogado. Que
lo alcanza al unísono en tres carreras afines: Derecho, Derecho Diplomático y
Ciencias Sociales en la Universidad de La Habana, en septiembre de 1950, (ingresó
el 4 de septiembre de 1945), optando por la matrícula libre dada la difícil
situación existente en ese recinto de estudios donde proliferaban múltiples
grupos gansteriles y paramilitares -el mismo le llamaría “un ambiente de
fuerza, de temor y de armas”,[iv] a los que la policía
universitaria, ‘totalmente controlada por los grupos de poder’ protegían,
aupaban y utilizaban para que no surgieran movimientos de rebeldía
estudiantiles contra los regímenes corruptos de Ramón Grau San Martín
(1944-1948) y Carlos Prio Socarrás (1948-1952). Su vida estudiantil, donde
alcanza un nivel político, teórico y práctico inestimable, además de liderazgo
y ascendencia sobre los educandos, transcurrió en una zozobra constante ante
las amenazas contra su vida por parte de los mafiosos, lo que se denominó en la
época como ‘el bonchismo universitario’, quienes asesinaban con impunidad a
quienes se le opusieran.
Por
lo que Fidel es un intelectual de formación, pero desde su niñez y juventud, un
pensador con sentido de la justicia y rebeldía contra todo lo indigno e
inmoral, por eso en la universidad se autodenomina, primero, como un ‘comunista
utópico’, aunque proviene de un padre latifundista, que forja -sin preceptores
directos- su organicidad revolucionaria de manera continua, incluyendo las
rupturas inevitables de su evolución en el combate ideológico y político de la
práctica cotidiana.
En
primer lugar, abrazando y comenzando a recrear ad infinitum en las nuevas condiciones sociohistóricas concretas de
finales de las década del 40 y 50, el ideario y el accionar patriótico, ético-político
y antimperialista martiano contra la corruptela de la seudo-democracia
representativa burguesa, el falso ‘democratismo liberal’ capitalista en un país
subdesarrollado y muy dependiente de las élites de poder de Washington; en
segundo lugar, se hace poseedor de un conocimiento profundo de las heroicas
tradiciones históricas, políticas, militares independentistas -entiéndase el
Ejército Libertador Cubano o ‘Mambises’ en la guerra de liberación nacional
contra la metrópolis colonial española, comenzada el 10 de octubre de 1868- y
culturales de la nación cubana, incluyendo la antimperialista nacional (la
huella de la Revolución del 30 es indeleble en su formación), la nuestraamericana y universal; transitando
finalmente hacia el marxismo y el leninismo, no solo por lecturas que admite le
fueron muy necesarias, sino por la experiencia viva y la interpretación
objetiva y crítica que hace de la realidad cubana de entonces, con una
reflexión y perspectiva de acción transformadora con, para y por las masas
populares, por lo que arriba a la conclusión que el camino para la solución de
los males de la seudorepública era, y continua siendo, el rumbo anticapitalista,
seleccionando el camino hacia el socialismo. Una idea que no concibe separada
de la conquista del poder político para lograr la independencia y soberanía
nacionales y la justicia social sino que las vincula indisolublemente.
Aunque
el enfrentamiento del imperialismo norteamericano haya catalizado la
radicalidad del proceso revolucionario, ese devenir ya está más presente que
nunca en su pensamiento antimperialista y antiyanqui ante el artero golpe de
Estado de Fulgencio Batista, un 10 de marzo de 1952, como poco después en los
combates en la Sierra Maestra con el Ejército Rebelde, y en la lucha
clandestina en los llanos y zonas urbanas de la Isla. Por ese motivo, está al
frente de una organización que es un movimiento insurreccional, armado, social-político,
popular, moral y cívico: el Movimiento Revolucionario 26 de Julio (fundado el
12 de junio de 1955) que trata de unificar a todas las fuerzas revolucionarias
y los esfuerzos posibles e imposibles para derrocar al tirano y lanzarse a una
lucha más amplia y compleja contra la reacción de las clases oligárquicas
burguesas, las grupos y sectores socioeconómicas-políticos internos adversos al
cambio de estatus y el imperialismo yanqui que esta solo a 90 millas de la
nación cubana y que él conoce perfectamente, por lo que espera una activación
de su mesianismo expansionista ante el triunfo de una Revolución radical como
la ocurrida un primero de enero de 1959. Tal como ocurrió en la realidad.
Siendo
un hombre que podía haber sido muy útil, pragmáticamente, a la burguesía
interna, clientelista y lacaya, junto al beneficio personal y familiar, dada su
inteligencia, voluntad, audacia, sagacidad, oralidad y habilidad
jurídica-política -ver su alegato de defensa ‘La Historia me absolverá’, el 26
de octubre de 1953, luego de ser apresado como líder indiscutible de la
‘Generación del Centenario’, por los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos
Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente, el 26 de
julio de 1953-, Fidel Castro se ‘suicida como clase’, tal como lo definiera el
dirigente revolucionario africano
Almicar Cabral, y pone todo su intelecto y práctica a favor de ‘los pobres de
la tierra’. Por eso está, en 1947, en los preparativos de la expedición armada
de Cayo Confite para luchar contra el sátrapa dominicano Rafael Leonidas
Trujillo; en 1948 se involucra en ‘El Bogotazo’, Colombia; además es integrante del Comité Universitario
Pro-Independencia de Puerto Rico; y más tarde, en 1954, del Comité Pro
Guatemala, cuando se produce la agresión-militar de la CIA y la OEA contra ese
pueblo; y de la causa a favor de
los desposeídos, de los trabajadores, campesinos, trabajadores manuales e
intelectuales y todos los excluidos de la Cuba, tal como conceptualiza al
pueblo, “cuando de lucha se trata”, en el documento programático ya mencionado.
Pero, nunca en su larga vida
política por la liberación nacional y la justicia social abandonó su rol de
‘intelectual orgánico’, que significa, explícita e implícitamente, un papel a
desempeñar en el ámbito ideológico, ético-político y cultural. Porque es un
líder no solo de un partido comunista (3 de octubre de 1965), sino que es un
dirigente político popular con una cultura integral enciclopédica, incluida la urgente
cultura política, una formación ideológica y política de altísimo nivel,
nacional, regional y mundial, de las cuales no se siente atado a cualquiera de
sus axiomas y dogmas, pero de las cuales abreva de forma permanente, sin
descuidar aprender y comprender dialéctica y críticamente lo que se mueve a su
alrededor teórica, política y prácticamente, siendo por antonomasia solidario e
internacionalista.
Entonces
no hay que dudar. Fidel, el siempre Comandante en Jefe Fidel Castro, les dijo a
los Cinco Héroes que se prepararan científica e ideopolíticamente para las
nuevas batallas de pensamiento que se nos agolpan ante las incertidumbres de
las relaciones diplomáticas con los EE.UU. y el océano capitalista que nos
rodea, que hoy es un sistema de dominación múltiple del capital planetario, transnacional
y neoliberal por más señas. Solo la unión de la ciencia, la ideología, la política,
la ética, la cultura y el compromiso práctico transformador con las causas del
socialismo en Cuba, las luchas sociales y políticas antimperialistas y
solidarias en ‘Nuestra América’ y las mundiales podrán conducirnos a la
victoria.
La Habana, 28 de abril
de 2016
[i] Fidel Castro Ruz Una
Revolución solo puede ser hija de la cultura y las ideas, Discurso
pronunciado en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, 3
de febrero de 1999, Versiones taquígrafas del Consejo de Estado de la República
de Cuba, La Habana.
[ii] Fidel Castro Ruz Discurso
en la sesión de clausura de la Conferencia Internacional “Por el equilibrio del
mundo”, Las ideas son el arma esencial en la lucha de la humanidad por su
propia salvación, Oficinas de Publicación del Consejo de Estado, La
Habana, 2003, p. 18.
[iii] Fidel Castro Ruz Discurso
en la sesión de clausura del Congreso de Pedagogía 2003, en
esta obra citada, p.
26.
[iv] Fidel Castro Ruz Cien horas con Fidel. Conversaciones
con Ignacio Ramonet, tercera edición, Oficina de Publicaciones del Consejo de
Estado, La Habana, 2006, p. 130.
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