En el Nº 45 de nuestra revista podrá encontrar el artículo «Notas sobre sociedad
civil y relaciones políticas en Cuba», de la doctora Olga Fernández Río, investigadora del Instituto de Filosofía y subdirectora de la revista Marx Ahora. A continuación les dejamos el resumen y la primera parte de este trabajo.
Resumen:
El Sexto
Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), celebrado en abril de 2011,
ratificó la estrategia socialista e introdujo las bases de un nuevo modelo de
desarrollo económico y social que rechaza las estructuras y prácticas
centralizadoras propias del "socialismo real". Las políticas que se
implementan producen cambios en la estructura socioclasista, e incluyen el necesario
perfeccionamiento de las instituciones políticas y la revitalización de la
participación popular para garantizar la permanente renovación de la hegemonía
socialista. En ese contexto la autora analiza importantes factores sobre los
vínculos entre sociedad civil y relaciones políticas en la transición
socialista cubana.
Introducción
Por varias razones
desde hace años el tema de la sociedad civil ha cobrado mayor actualidad en
medios académicos y políticos, en Cuba y en otros países. Se trata de un
concepto con una larga historia: nace en el contexto de la Ilustración y la
crítica a la estatalidad propia del feudalismo y se vincula con la construcción
de nuevas relaciones sociales en el marco del avance del capitalismo. Marx lo
tuvo en cuenta en el desarrollo de la concepción materialista de la historia en
la que se fundamentan importantes elementos sobre el tema, que van más allá de
analizar las contradicciones entre la esfera de la vida política y la esfera de
la vida social, al profundizar en la génesis del Estado y de la sociedad civil,
lo que puso sobre el tapete el problema de las interrelaciones entre ambos en
una sociedad de carácter socialista[1].
Para analizar el tema
de la sociedad civil en Cuba debe tenerse en cuenta el enriquecimiento y las
transformaciones de la vida económica y social durante el proceso de transición
socialista y, en particular, en los cambios de las relaciones de propiedad que
acompañan la actualización del modelo de desarrollo económico y social a partir
del VI Congreso del PCC celebrado en abril de 2011. En este nuevo contexto la
sociedad civil cubana se ha enriquecido y diversificado en lo que ha influido
con mucho peso la ampliación de formas de propiedad social que complementan la
propiedad estatal sobre los principales medios de producción.
Al mismo
tiempo, es ineludible el enfrentamiento al reduccionismo y a la tergiversación
que adquirió el concepto sociedad civil en documentos y panfletos que, desde
los años 80, sucesivos gobiernos norteamericanos han generado en su obstinado
enfrentamiento a la Revolución Cubana. Como botón de muestra basta mencionar
los reaccionarios informes Santa Fe, especialmente Santa Fe II[2], y la no menos reaccionaria
posición sobre la que se fundamentó el llamado segundo carril de la Ley
Torricelli, que reforzó el bloqueo económico, financiero y comercial impuesto
por Estados Unidos a Cuba, a la vez que se apostó al logro de una mayor
influencia norteamericana en sectores de la sociedad civil cubana, y de manera
especial en la intelectualidad artístico-literaria y académica.
La carga
ideopolítica que hoy se le da al tema de la sociedad civil en Cuba por quienes
pretenden utilizarlo para subvertir la revolución cubana, hace deliberado uso
de una concepción estrecha y obsoleta del concepto: concebir Estado y sociedad
civil como esferas separadas, el primero como ámbito de la política, y la
segunda como antítesis de la sociedad política, cuando en la realidad son
esferas interconectadas y eso lo saben muy bien los enemigos de la revolución
cubana, como saben que penetrando la sociedad civil en Cuba, penetran el mundo
de la política y sus sustentos sociales, de ahí el reiterado empeño para
fabricar organizaciones contrarrevolucionarias y presentarlas como parte de la
sociedad civil cubana, lo que no es más que una falsa legitimación.
De igual
forma son conscientes de que la sociedad civil cubana desde hace más de 20 años
sigue una tendencia a ser más heterogénea, ya que los cambios en la economía amplían
los actores económicos que generan nuevas relaciones internas en la sociedad
civil y entre ésta con el Estado. Y están conscientes de que aun así, es en la
sociedad civil donde se expresa con fuerza el decisivo consenso político a
favor del socialismo por ser el área de la legitimación del Estado y del
Partido y de realización de las dimensiones ideológica y cultural del consenso[3].
[1]Véase Acanda, 2006; Fernández Ríos, 2000:4-5; Limia, 2000: 36-48.
[2]Los documentos Santa Fe promovidos por la CIA,
se concibieron para orientar ideológicamente la política de los Estados Unidos
hacia América Latina. El Informe Santa Fe de mayo de 1980 fue elaborado por
encargo del Consejo para la Seguridad Interamericana con una serie de recomendaciones a Ronald Reagan sobre
la política a seguir con relación a América Latina, entre las que se encuentran
el desmantelamiento de la Revolución Cubana. Años más tarde con el título "Una estrategia para América
Latina en los 90", Santa Fe II diseñó las recomendaciones para la
política del gobierno George Bush en varios países de América
Latina. En el caso de Cuba una de las propuestas expresa la
confianza en la oposición interna alimentada por
Radio Martí
de ahí que "el régimen se encontrará cada vez
más a la defensiva". Los planes para desmantelar procesos revolucionarios en nuestro
continente de nuevo se pusieron de manifiesto en Santa Fe IV, esta vez
especialmente orientado contra el gobierno de Hugo Chávez en la República Bolivariana
de Venezuela.
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