miércoles, 13 de enero de 2016

“Pensar es prever”. Posibles escenarios de la guerra de pensamiento en Cuba.

En el Nº 45 de nuestra revista podrá encontrar el artículo «Pensar es prever. Posibles escenarios de la guerra de pensamiento en Cuba», del doctor Orlando Cruz Capote, investigador auxiliar del Instituto de Filosofía. A continuación les orecemos la introducción de dicho trabajo.

Estos son unos apuntes reflexivos críticos sobre la actual desinformación e insuficiente información, tanto externa como interna, sobre la cambiante recomposición orgánica del capitalismo transnacionalizado reflejada en los acelerados procesos de las megafusiones monopólicas corporativas y la paradójica desindustrialización-desnacionalización, en la búsqueda de menores
costos y mayores ganancias, la terciarización de la economía en el sector de los servicios, las finanzas, la informatización y la cultura, sin olvidar el auge de la industria de los armamentos muy
asociada a la civil altamente tecnificada, más la profundización y el acortamiento en tiempo de las crisis cíclicas del sistema, ahora múltiples, en un entorno también transicional de su geopolítica
imperialista con implicaciones en las distintas escalas del orbe, además de las zigzagueantes interacciones de las correlaciones de fuerzas internacionales en todos los espacios-temporales, que nos interroga sobre el cómo funcionará la conexión causa-efecto de éstas con el proceso de restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba - EE.UU. y la paulatina normalización de los vínculos, que no deben presumir de la voluntad de apoyar a Cuba en la defensa, el fortalecimiento de su independencia, soberanía política y el afán de equidad e igualdad social.

Esta coyuntura conlleva al análisis histórico-político, marxista y crítico de la evolución de este complejo escenario interrelacional global, y el mantenimiento de la dominación y hegemonía de los EE.UU., -a pesar de su relativo declive y declinación- en cuyas mudanzas está insertada la actualización del modelo socialista cubano que, como escribió José Martí, sin fatalismos sino con pleno derecho a la trinchera activa "(…) El mundo marca, y no se puede ir, ni hombre ni
mujer, contra la marca que nos pone el mundo". Al unísono, debe realizarse el estudio, profundo y serio, sobre el uso instrumental del nuevo lenguaje de las élites de poder de los centros del capital, en
especial el norteño, con la intención de reinstaurar el viejo status quo capitalista dependiente de la Isla con una desafiante 'guerra de espectro total', las guerras culturales, 'los conflictos híbridos' y
las guerras de cuarta generación (4GW).

Urge, entonces, una transparencia, coordinación y articulación coherente, congruente y sistemática del procesamiento en los distintos niveles de información, del funcionamiento del sistema educativo y la enseñanza, en especial la historia y el marxismo, la comunicación y los conocimientos contemporáneos, acerca de los procesos en curso, con vistas a una comprensión aproximada de la presente y futura cambiante realidad, para descubrir en ese 'neolenguaje' los diversos significados simbólicos contradictorios de la insistente 'excepcionalidad' norteamericana en sus sueños por apoderarse de Cuba, lo que ha estado presente en el imaginario de los círculos de poder y los medios de comunicación de EE.UU., incluyendo amplias capas de su población, desde el siglo decimonónico, el decursar de la pasada centuria, hasta este siglo XXI. La supremacía de la imagen
controvertida de los Estados Unidos de América en sus albores como nación, y en la evolución imperialista posterior, es esgrimida permanentemente para encubrir sus propósitos de neo-colonización en Nuestra América y a nivel planetario, y enaltecer la decisión de luchar por la 'libertad' propia y la ajena, partes indispensables de los principios del 'pensamiento doble' y sometimiento de las mentes.

La enunciación simultánea de dos ideas y, practicar en una lo contrario, suscita una desintegración de la memoria y consciencia histórica e ideopolítica, impide toda representación y juicio valorativo crítico real, "suprimiendo" la conflictualidad, en búsquedas de consensos artificiales y reales, modificando a individuos y colectividades, poblaciones y clases sociales en sujetos indiferentes ante los elementos de la realidad, petrificando y adocenando todo impulso de pensar y organizar la voluntad espiritual para resistir activamente. Según los ideólogos del imperialismo, la condición de la paz social comienza cuando los explotados y oprimidos colonizados se sienten impotentes.

Ante esa paradójica sustancialidad, si el socialismo está lejos de haber sido transitado o construido en Cuba, más bien se reinicia en circunstancias históricas más complejas, tal empeño constituye por
fuerza un HOY. No se puede, por tanto, dejar al libre quehacer del desarrollo de las fuerzas productivas, una visión economista bajo el signo inexorable del mercado que debe ser regulado por el pueblo, con el fin de robustecer y hacer más eficiente al país desde el punto de vista económico, alcanzando el bienestar común, para luego retornar y repensar ideopolítica y culturalmente el socialismo. Los peligros relacionados ante estas tardanzas, como los comportamientos desideologizadores latentes, nos compulsan a relanzar la persuasión y seducción de una teoría filosófica, política y estética marxista para la reconstrucción práctica socialista en el cuerpo societal desde otras perspectivas actualizadas, con novedosos códigos y métodos democráticos, esencialmente participativos desde abajo y con una impronta cultural-civilizatoria de liberación socialista, contrahegemónica y antistemica al capitalismo.

Tal reclamo ideopolítico y cultural no puede desistir de la prontitud, los raquitismos paralizadores y las prórrogas, ya que en el medio educacional y comunicativo cotidiano no se estudia y escribe con
asiduidad, tampoco se argumenta concienzudamente, ni se leen y escuchan señales en el mundo simbólico y de lo político, sobre los vastos conceptos del antimperialismo esencial, con sus novedosas características, el marxismo y leninismo creador articulado ad infinitum con el ideario martiano, acerca del socialismo, la ética socialista y su concreción emancipatoria humanista. La convocatoria a los patriotas, comunistas y revolucionarios al constante el proceso de la repolitización y reideologización de la sociedad constituye una tarea multidimensional que debe acometerse de inmediato.

Habrá que evocar del marxismo, especialmente V. I. Lenin, el cómo se articula en los distintos períodos, etapas y fases, en contextos sociohistóricos concretos, las diferentes tácticas, lo que explicará en última instancia la interrelación entre la flexibilidad táctica, ante coyunturas histórica-políticas, con la intransigencia ideológico-política. Sin dar cuenta de esto, las apelaciones al
realismo, la capacidad de reconocer las amenazas, las oportunidades y desafíos, la necesidad de realizar transacciones y compromisos mesurados, siempre justificados por las circunstancias, podrán
terminar reduciendo la política revolucionaria a los pretextos sobre planteos pragmáticos de disímiles tipos.

De tal manera, se plantearía qué y cómo hacer este diálogo con los EE.UU. y el mundo del capital transnacional neoliberal, con la colosal influencia de los Tics, para emerger victoriosos en el tránsito
socialista cubano, en momentos en que se oculta el discurso belicoso e intimidante de los círculos de poder estadounidenses respecto a Cuba, y se práctica la modelación de un seuda-narración sobre un intercambio y diálogo constructivo entre iguales.

Notas sobre sociedad civil y relaciones políticas en Cuba

En el Nº 45 de nuestra revista podrá encontrar el artículo «Notas sobre sociedad civil y relaciones políticas en Cuba», de la doctora Olga Fernández Río, investigadora del Instituto de Filosofía y subdirectora de la revista Marx Ahora. A continuación les dejamos el resumen y la primera parte de este trabajo.

Resumen:



El Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), celebrado en abril de 2011, ratificó la estrategia socialista e introdujo las bases de un nuevo modelo de desarrollo económico y social que rechaza las estructuras y prácticas centralizadoras propias del "socialismo real". Las políticas que se implementan producen cambios en la estructura socioclasista, e incluyen el necesario perfeccionamiento de las instituciones políticas y la revitalización de la participación popular para garantizar la permanente renovación de la hegemonía socialista. En ese contexto la autora analiza importantes factores sobre los vínculos entre sociedad civil y relaciones políticas en la transición socialista cubana.

Introducción

Por varias razones desde hace años el tema de la sociedad civil ha cobrado mayor actualidad en medios académicos y políticos, en Cuba y en otros países. Se trata de un concepto con una larga historia: nace en el contexto de la Ilustración y la crítica a la estatalidad propia del feudalismo y se vincula con la construcción de nuevas relaciones sociales en el marco del avance del capitalismo. Marx lo tuvo en cuenta en el desarrollo de la concepción materialista de la historia en la que se fundamentan importantes elementos sobre el tema, que van más allá de analizar las contradicciones entre la esfera de la vida política y la esfera de la vida social, al profundizar en la génesis del Estado y de la sociedad civil, lo que puso sobre el tapete el problema de las interrelaciones entre ambos en una sociedad de carácter socialista[1].
Para analizar el tema de la sociedad civil en Cuba debe tenerse en cuenta el enriquecimiento y las transformaciones de la vida económica y social durante el proceso de transición socialista y, en particular, en los cambios de las relaciones de propiedad que acompañan la actualización del modelo de desarrollo económico y social a partir del VI Congreso del PCC celebrado en abril de 2011. En este nuevo contexto la sociedad civil cubana se ha enriquecido y diversificado en lo que ha influido con mucho peso la ampliación de formas de propiedad social que complementan la propiedad estatal sobre los principales medios de producción.
Al mismo tiempo, es ineludible el enfrentamiento al reduccionismo y a la tergiversación que adquirió el concepto sociedad civil en documentos y panfletos que, desde los años 80, sucesivos gobiernos norteamericanos han generado en su obstinado enfrentamiento a la Revolución Cubana. Como botón de muestra basta mencionar los reaccionarios informes Santa Fe, especialmente Santa Fe II[2], y la no menos reaccionaria posición sobre la que se fundamentó el llamado segundo carril de la Ley Torricelli, que reforzó el bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por Estados Unidos a Cuba, a la vez que se apostó al logro de una mayor influencia norteamericana en sectores de la sociedad civil cubana, y de manera especial en la intelectualidad artístico-literaria y académica.
La carga ideopolítica que hoy se le da al tema de la sociedad civil en Cuba por quienes pretenden utilizarlo para subvertir la revolución cubana, hace deliberado uso de una concepción estrecha y obsoleta del concepto: concebir Estado y sociedad civil como esferas separadas, el primero como ámbito de la política, y la segunda como antítesis de la sociedad política, cuando en la realidad son esferas interconectadas y eso lo saben muy bien los enemigos de la revolución cubana, como saben que penetrando la sociedad civil en Cuba, penetran el mundo de la política y sus sustentos sociales, de ahí el reiterado empeño para fabricar organizaciones contrarrevolucionarias y presentarlas como parte de la sociedad civil cubana, lo que no es más que una falsa legitimación.
De igual forma son conscientes de que la sociedad civil cubana desde hace más de 20 años sigue una tendencia a ser más heterogénea, ya que los cambios en la economía amplían los actores económicos que generan nuevas relaciones internas en la sociedad civil y entre ésta con el Estado. Y están conscientes de que aun así, es en la sociedad civil donde se expresa con fuerza el decisivo consenso político a favor del socialismo por ser el área de la legitimación del Estado y del Partido y de realización de las dimensiones ideológica y cultural del consenso[3].


[1]Véase Acanda, 2006; Fernández Ríos, 2000:4-5; Limia, 2000: 36-48.
[2]Los documentos Santa Fe promovidos por la CIA, se concibieron para orientar ideológicamente la política de los Estados Unidos hacia América Latina. El Informe Santa Fe de mayo de 1980 fue elaborado por encargo del Consejo para la Seguridad Interamericana con una serie de recomendaciones a Ronald Reagan sobre la política a seguir con relación a América Latina, entre las que se encuentran el desmantelamiento de la Revolución Cubana. Años más tarde con el título "Una estrategia para América Latina en los 90", Santa Fe II diseñó las recomendaciones para la política del gobierno George Bush en varios países de América Latina. En el caso de Cuba una de las propuestas expresa la confianza en la oposición interna alimentada por Radio Martí de ahí que "el régimen se encontrará cada vez más a la defensiva". Los planes para desmantelar procesos revolucionarios en nuestro continente de nuevo se pusieron de manifiesto en Santa Fe IV, esta vez especialmente orientado contra el gobierno de Hugo Chávez en la República Bolivariana de Venezuela.
[3] Véase Fernández Ríos, 2013.