MSc. María
del Carmen Sepeda Trinidad
Profesora Investigadora en la Universidad Popular de la Chontalpa, en
Cárdenas, Tabasco, México. Maestría en Filosofía por la Universidad de La
Habana y aspirante en la misma universidad.
Un
análisis del contexto histórico de España y la Colonia de la Nueva España, del
siglo XVII en el que nace Sor Juana, permite establecer los acontecimientos que
vienen a determinar el curso de su pensamiento opuesto a la concepción tomista
de la época, poniendo de manifiesto el conflicto de dos concepciones
antagónicas: el espíritu racionalista del renacimiento y la tradición
escolástica.
La Edad
Media, también llamada época del oscurantismo, fue frustrante para hombres y
mujeres de ciencia, ya que el pensamiento tomista dominó este periodo, el cual
caracterizó por la gran dominación espiritual e intelectual de la Iglesia
Católica. La explicación de todo hecho natural se resolvía en la voluntad
divina, por tanto, la razón, la lógica y la ciencia no tenían cabida. Estos
elementos negativos concluirán durante el Renacimiento en una serie de
conflictos internos en los principales países de Europa, donde ya había surgido
el protestantismo, sobre todo en España, donde primaba un catolicismo ortodoxo,
que influenció en las colonias americanas.
Los
españoles tardaron en darle entrada a las nuevas ideas del Renacimiento debido
a este catolicismo imperante que gobernaba su país. Situación que interviene de
manera puntual en la cultura de América, donde la evangelización de los indios,
como parte obligada de la conquista, significó la sumisión física y espiritual.
La Iglesia Católica penetró en todos los rincones de la Nueva España,
imponiendo la filosofía escolástica o tomista, que subordinaba la razón a la
fe. Por lo anterior, y desde entonces España, América y la Nueva España se
encuentran social y culturalmente vinculadas.
En
América se plantea la complejidad del siglo XVII, ya que al mismo tiempo es filtro
y cristalización de los mejores y peores elementos de la herencia española.
Para las mujeres de la Nueva España y América es el momento en que se
experimentan las peores manifestaciones de la opresión masculina, tolerando la
discriminación étnica, social, económica y religiosa, aun cuando en Europa
había llegado el Renacimiento prometiendo algún grado de flexibilización, de
preeminencia racionalista a todo el mundo.
En esa
época, la Nueva España era rica en promesas de prosperidad económica para los
españoles criollos, que aspiraban a otra realidad económica y social. Sin
embargo, la mayoría se enfrentaba con un conservadurismo que los mantenía al
margen de la administración virreinal y donde la nobleza y el clero en una
simbiosis de poder, mantenían las riquezas y privilegios, mientras que los
campesinos indígenas sufrían la crisis económica.
En este
contexto nace y se educa Juana de Asbaje, en un momento en que los productos de
la riqueza y del progreso que se dejan sentir de forma diferenciada en los
distintos estratos de la sociedad mexicana. Este conservadurismo social
dificultaba el acceso a otra clase social elevada, solo algunos burgueses
lograron acceder a la nobleza. La única posibilidad de escalar una nueva
posición social era pasar a pertenecer al clero. Lo mismo era en España que en
sus colonias americanas.
Por lo
anterior, la vida espiritual de las mujeres se encontraba en las manos de los
eclesiásticos españoles que trataban de tener bajo control todas las pasiones.
Jean Franco (1986: 27-35) señala al respecto: “En la Nueva España del siglo
XVII, las mujeres principales tienen un confesor privado, un consejero que
cuida por la salud espiritual de aquellas vinculadas con los círculos más
estrechos del poder colonial. Las materias del corazón y la cabeza, la razón y
la pasión, no podían ser dejadas al libre arbitrio de seres humanos
considerados frágiles y vulnerables como las mujeres”.
Esta
situación originó la existencia de fundaciones religiosas femeninas, donde
Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, que desde temprana edad muestra
sus ansias de saber, y dada las restricciones de la época para las mujeres, ve
en los hábitos la oportunidad de tener acceso a los libros y así poder
satisfacer su curiosidad y hambre de conocimiento. Algunos afirman que su
confesor, el padre jesuita Antonio Núñez de Miranda influyó para que ella
tomara los hábitos, situación que resultó muy conveniente para Sor Juana en su
visión intelectual.
Por
supuesto que estas divisiones afectivas y mentales, establecidas por el poder
de los hombres y cultivadas socialmente, con todas sus manías jerarquizadoras y
discriminatorias, no pasaron inadvertidas para Juana de Asbaje, quien también
heredaba todos los valores culturales de su época y a la cual se opuso y
expresó mediante sus obras.
De esta
genialidad literata, conociendo todo este contexto sociocultural en el cual se
desenvolvió la vida y la obra de Sor Juana, Octavio Paz (2008: 15-17) expresa
que se trata de un personaje con una individualidad poderosa y que su obra
posee innegable singularidad, al mismo tiempo la mujer, la monja y la
intelectual. La vida y obra de Sor Juana se complementan en ese contexto que
guardan relación con otras obras del pasado y del presente, de donde toma
modelos, pero que también son sus rivales. Empero, además, el mensaje de sus
obras confronta aquel sistema impuesto por la ortodoxia eclesiástica. Este
carácter, insensato para su época, le hubo de causar problemas en el claustro,
pero también fueron fuente de inspiración para remarcar en sus obras la
opresión y discriminación a la que era expuesta la mujer de su época.
Por otra
parte, hay que señalar que Juana de Asbaje provenía de una familia solvente
económicamente, de abuelos españoles, de padre español y madre criolla, dueños
de esclavos y sirvientes indios, de los que aprendió el náhuatl. Y dado que su
abuelo tenía una biblioteca, ese primer acercamiento a los libros lo recibió
allí, en la biblioteca de su abuelo, quien la consentía leyéndole los libros.
Desde niña, Juana de Asbaje dio muestra de una mente prodigiosa, aprendiendo a
leer desde los tres años y ganando un libro como premio por escribir una obra
de teatro de elogio al Santísimo Sacramento, dirigida a un público
diversificado en la que logra unir las tres culturas: indios, españoles y
criollos (Altamirano, 2013: 25).
El
vestirse de hombre, si fuera necesario, para asistir a la Universidad, fue lo
más hozado en el pensamiento de la joven Juana de Asbaje. Al escuchar la
existencia de una universidad en la ciudad de México, pidió a su madre que la
vistiera de hombre para asistir a clases, pues solo a ellos les era permitido
asistir. Situación que refleja la discriminación de la mujer en esa época donde
le era negado el derecho a la educación (autobiografía de Sor Juana, citada por
Altamirano, 2013: 34, 35).
A los
quince años se va a la Ciudad de México con su tía materna, quien gozaba de una
condición económica privilegiada, y en donde Juana empieza a ser admirada en la
sociedad citadina por su belleza e inquietud por los libros, aprendiendo el
latín porque la mayoría de los libros estaban escritos en esa lengua. Estas virtudes
la agraciaron ante los virreyes, convirtiéndose en la dama preferida de la
virreina (Saucedo, 2007: 16-19). Pero también fue juzgada por la inquietud de
adquirir conocimientos. Algunos decían que era un hombre vestido de mujer, y
otros, que estaba poseída por el demonio, lo que llevó a la virreina hacerla
examinar por cuarenta maestros, prueba de la que salió airosa.
(...)
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